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La mirada de la Galería Obrador quiere participar en el disfrute de un arte, de hoy y de antaño, hecho por cubanos, al que sin duda identifica el embrujo de sus esencias culturales propias, aunque no sea necesariamente innovador.

En las derivas del arte cubano es difícil no sintonizar con los desdoblamientos y la hondura espirituales que provienen de la religiosidad latente y los imaginarios de la cultura popular, aun cuando sean utilitarios para los conceptos de vanguardia o se porten irreverentes con las convenciones dominantes.

Ese ojo está en la gran firma y en la quizá desconocida, pero que puede dilatarnos por igual disfrute y entendimiento. Así, en las evoluciones por donde el arte logrado suspende nuestros límites no disputan lo mayor y menor, solo queda en afortunadas diferencias un lenguaje que todos podemos comprender.

Acercar esos momentos íntimos, a través de la obra de los artistas visuales, es lo que se propone la Galería Obrador, fomentar la raíz poética que abonamos sin saberlo y tener nuestra conversación en la penumbra, cuando todo parece haberse ido, como diría el poeta cubano Eliseo Diego.